
Ella me lleva a su playa y me vuelve a tierra cuando quiero. La puedo escoger, y decir a la ola que vaya a una playa de arena blanca, o negra, o sobre coral del color que quiera.

Puedo estar sobre la ola e incluso en el interior de ella, y dar entonces la vuelta al mundo, no haciendo mas que contemplar las nubes y el sol, la luna y las estrellas, con la ola y en la ola, mirando y sintiendo solamente.

Pero también puedo coger el rayo de un faro en el momento en que se refleja en el mar y hacerme llevar por él hacia tierra, atravesar el campo, respirar el aroma de los árboles y las cosas de la tierra, y volver a la playa para mirar el mar, mirarle y pensar con él, sintiendo todavía el olor a tierra.

Y todo esto es fácil, basta con mirar el mar, escoger una ola, del tamaño justo y tomarse el tiempo de ver en el mar.
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