Hay algunos días que empiezan con el despertador sonando una, dos y hasta tres veces, al final te levantas y vas a remolque, esperando que sea un día tranquilo y que el jefe no te agobie demasiado.
Justo en el momento de entrar en la oficina te das cuenta que la gente esta poseída, llevan papeles arriba y abajo y una montaña de ellos, mas grande que de costumbre, te espera en tu mesa.
Parece que hoy va a ser un día durillo.
Mejor que esta montañita la deje por la espalda...
BUUUUFFFF que se me acumula el trabajo...
Ahí le doy con el tampón y paso a por otro papelito...
El amigo Olivier que me echa un cable...
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