14 de agosto de 2012

¿Donde se ha visto comer sin pan ni vino?

Como de costumbre las fotos no tienen nada que ver con lo que voy a contar o quizás sí, ya que todo esto sucedió después, cuando el hambre apretaba, después de tanta filigrana. 

Tengo la sana costumbre de probar los manjares de las tierras que visito y es uno de los alicientes que me hacen llegar a estos parajes, a parte de las olas claro.

A la hora de escoger, cuando no conozco el pueblo que visito, me gusta pasear y observar los diferentes locales, su decoración y el tipo de gente que los frecuenta.

Hay los finos y refinados, afines a cualquier nueva corriente de diseño, llenos de enteradillos que piensan que lo que les están sirviendo son grandes exquisiteces y en realidad, son marcas blandas de supermercado.

Yo soy más de los restaurantes de toda la vida de los restaurantes añejos, de los de las mesitas de mármol blanco y patas de hierro forjado, con sus cabezas de animales disecados, uno de aquellos anteriores a todas las normativas municipales.

En los que el vino se sirve en un vaso de vidrio grueso de color ámbar a ser posible. Beberlo en copa de cristal y sin gaseosa sería demasiado.

El vino peleón mezclado con gaseosa burbujea en la mente y las palabras brotan espontáneas construyendo inspiradas conversaciones que acaban en carcajadas.


Así que, ya un poco embriagado, me despido y no me hagáis mucho caso, que solo pretendía darle un envoltorio literario a todas estas fotos.

13 de agosto de 2012

¡Maloserá!

Las buenas olas son un tesoro, como el marisco, y este sólo se encuentra allá dónde el mar es más bravío y feroz, donde dicen que para ser pescador hay que ser de los buenos.

En estas tierras el fruto más preciado del mar es el percebe. Sus raíces están en las rocas más batidas, un kilo de buen percebe no tiene precio.

Trepan por las rocas como una hiedra en el paraíso, rocas que, a veces, están coronadas de cruces en recuerdo de percebeiros despeñados o arrastrados en sus barcos contra el acantilado.

Maloserá que después de este día no acabemos con una tapita de percebes y un buen ribeiro.