14 de agosto de 2012

¿Donde se ha visto comer sin pan ni vino?

Como de costumbre las fotos no tienen nada que ver con lo que voy a contar o quizás sí, ya que todo esto sucedió después, cuando el hambre apretaba, después de tanta filigrana. 

Tengo la sana costumbre de probar los manjares de las tierras que visito y es uno de los alicientes que me hacen llegar a estos parajes, a parte de las olas claro.

A la hora de escoger, cuando no conozco el pueblo que visito, me gusta pasear y observar los diferentes locales, su decoración y el tipo de gente que los frecuenta.

Hay los finos y refinados, afines a cualquier nueva corriente de diseño, llenos de enteradillos que piensan que lo que les están sirviendo son grandes exquisiteces y en realidad, son marcas blandas de supermercado.

Yo soy más de los restaurantes de toda la vida de los restaurantes añejos, de los de las mesitas de mármol blanco y patas de hierro forjado, con sus cabezas de animales disecados, uno de aquellos anteriores a todas las normativas municipales.

En los que el vino se sirve en un vaso de vidrio grueso de color ámbar a ser posible. Beberlo en copa de cristal y sin gaseosa sería demasiado.

El vino peleón mezclado con gaseosa burbujea en la mente y las palabras brotan espontáneas construyendo inspiradas conversaciones que acaban en carcajadas.


Así que, ya un poco embriagado, me despido y no me hagáis mucho caso, que solo pretendía darle un envoltorio literario a todas estas fotos.

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