Me encanta el campo de batalla, pero odio esta clase de misiones... no sabía muy bien cómo había acabado ahí, en ese páramo desolado del Viejo Mundo.
Me habían dicho que comandara a la caballería contra un enemigo casi tan poderoso como el mismísimo demonio, al menos eso decían las predicciones de las brujas, y yo no creo en esas cosas, pero siempre es mejor prevenir que lamentarse. El plan es bueno, atacar antes de ser atacados.
Pero la parte del plan donde debía atacar por la retaguardia me convencía más bien poco, ¿cómo atacar a un enemigo que no siente miedo ni hambre ni desesperación?
Los rugidos resonaron por el campo de batalla avisando que el enemigo avanzaba. Una serie grande comenzaba a llegar hacia mí con paso lento pero incansable. Bien, ¡que comience el baile! ¡Adelante!
Las órdenes son simples: atacar y sobrevivir hasta que los enemigos hayan caído luego regresar al hogar. El dolor es temporal, el honor es para siempre, tú decides: ¿cumbre o caja?
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